Arquitectura y Humanidades
Propuesta académica

Recomendaciones para la presentación de artículos y/o ensayos.

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Arquitectura en un mundo cotidiano

Por: Víctor Manuel Rivera Sánchez

“La Arquitectura es cosa de arte, un fenómeno de emociones, que queda fuera y más allá de las cuestiones constructivas. El propósito de la construcción es mantener las cosas juntas y el de la Arquitectura deleitarnos”
Le Corbusier, Hacia una Arquitectura (LeCorbusier, 1998)

Tanto el Arte como la Arquitectura, vista como arte, son irrelevantes para el común de la población, ya que se vive en el “aquí y el ahora”, incluso estas dos expresiones humanas. El Arte y la Arquitectura, llegan a pasar desapercibidas, tal como sucede con el “pavimento Miró” en la Rambla de Barcelona, una obra de arte del artista español Joan Miró; y lo mismo sucede con las producciones arquitectónicas de gran valor y gran belleza estética y emotiva, las cuales al igual que el “pavimento Miro” pasan desapercibidas.  Esto es común, ya que en este mundo impera lo banal por sobre lo intelectual y trascendente, tal como lo describe Edward Shils, en su libro los intelectuales y el poder, “La vida cotidiana rehúye la definición rigurosa y la adhesión consistente a reglas tradicionales o racionales y no necesita el continuo contacto de lo sagrado. La vida cotidiana es desordenada, llena de compromisos y de improvisaciones; se funda en el aquí y ahora” (Shils, 1976), todo esto nos lleva a creer que la preparación de nuestros alumnos, en el campo de la arquitectura, se funda en dar solución pragmática a las necesidades cotidianas del “aquí y ahora”. Indudablemente, si visualizamos nuestra profesión como una actividad lucrativa, puede ser social, siempre que pretenderemos dar solución a las necesidades básicas de proveer techo y muro para procurar una protección y resguardo de las inclemencias del tiempo, o de la seguridad a lo hostil externo, y con ello lograr un beneficio personal que, casi siempre, apunta a lo económico.

            Sin embargo, esto lo puede llevar a cabo cualquier persona que se especialice en edificación, como lo puede ser un ingeniero civil, un técnico en construcción, un contratista e incluso un albañil, siempre y cuando cuente con suficiente experiencia técnica. Por lo mismo, hemos visto frecuentemente, que en éste campo de la edificación y en especial en el de la edificación de viviendas, se han incluido empresarios con preparación académica distinta a la edificación, dentro de los cuales encontramos médicos, contadores, licenciados, los cuales únicamente requieren de “buen gusto” para proveer lo estilístico y un capital para iniciar su actividad en éste campo.  Es así que contratan dibujantes que plasmen sus ideas en papel, especialistas en estructuras que aseguren la firmeza de su edificación y peritos técnicos que validen la seguridad de las instalaciones propuestas, pero en ningún momento requieren de especialistas en el ámbito de lo arquitectónico, es decir, en el diseño de lo verdaderamente habitable, ya que la vida cotidiana del “aquí y ahora” no requiere del contacto con lo emotivo, lo místico, lo mágico aspectos que únicamente provee el Arte y por tanto la Arquitectura como disciplina artística.

            Es debido a esta cotidianeidad que dejamos en segundo plano la belleza, lo sagrado, lo mágico y lo emotivo, a lo que todo ser humano tiene derecho para su dignificación, preponderando lo cuantitativo, es decir, lo técnico-constructivo, característica que se ha trasladado al ámbito de la preparación académica de nuestros futuros profesionistas, y, lo que da como consecuencia el hecho de preferir preparar a nuestros alumnos en el campo de la edificación, del cálculo estructural, de las instalaciones, de lo técnico en general, con el fin de que sean competitivos e incluso tenga capacidades para proveer edificaciones con ahorros económicos significativos. Estos aspectos se convierten en el gancho para ganar el contrato de un proyecto, olvidándonos de la esencia de la Arquitectura, la cual se encuentra en la belleza, lo emotivo y lo espacial, tal como lo describe Luis Barragán en el discurso que dio al recibir el premio Pritzker, “el arquitecto no debe, pues, desoír el mandato de las revelaciones nostálgicas, porque sólo con ellas es verdaderamente capaz de llenar con belleza el vacío que le queda a la obra arquitectónica una vez que ha atendido las exigencias utilitarias” (Arquine, 2017), esto nos da a entender que la Arquitectura no se centra en cuantitativo, lo utilitario o la edificación, se centra en el espacio emocional-estético, utilizando la edificación como medio para llegar a dicho fin.

            Sin duda, esta falta de preocupación por la Arquitectura es un precio que hay que pagar para ser competitivos, incluso, al seno de la academia, se hace énfasis en ello, se defienden estas capacidades técnico-constructivas por sobre lo emotivo y lo poético, eliminando la posibilidad que tiene la arquitectura de lograr un goce estético-espacial, se argumenta incluso, el hecho de que, ¿para qué nos sirve preparar a los alumnos en lo emotivo y la búsqueda de un goce estético, si a final de cuenta, el común de la sociedad no valorará dicho esfuerzo, ya que no se comprende del todo lo proyectado hasta que se encuentra edificado? Es indudable y lógico que, como resultado tendremos a lo largo de nuestra vida profesional un porcentaje muy pequeño de encargos que procuren lo mágico, lo sagrado, lo místico, lo emotivo, una edificación poéticamente habitable. Pero, ¿qué sucedería si en el momento en que se presente dicha oportunidad, el egresado de arquitectura de nuestras instituciones no ha sido preparado o incitado a adquirir dichas capacidades emotivas y poéticas? simplemente ese pequeño porcentaje de encargos se le irán de la mano y con ello, la posibilidad de realizar una verdadera obra de Arquitectura, ya que, reiteramos, únicamente fue preparado para edificar, al igual que un ingeniero civil o un empresario de la construcción.

          Por otro lado, siempre alzamos la voz en las academias y en los colegios de arquitectos, diciendo que existe una competencia desleal, que muchos profesionistas egresados de Arquitectura, no cobran el proyecto arquitectónico, que incluso, lo regalan al lograr un contrato de obra y con ello, únicamente cobran el dibujo de planos mínimos requeridos para la autorización de dicha obra por parte de las autoridades. Sin embargo, desde un punto de vista ético, estos profesionistas están en lo correcto, ¿cómo pueden cobrar un proyecto arquitectónico si nunca realizaron uno para dicha obra?, únicamente se enfocaron en definir una zonificación, si bien le va al proyecto, o se limitan a cumplir las indicaciones de quien lo contrata. En este sentido, una persona cotidiana a la cual le parece irrelevante la poética espacial, porque no sabe de ella, únicamente quiere una casa igual a la que vio en una revista, o un proyecto que llega a carecer de un discurso espacial, de una emoción estética y una posibilidad de habitabilidad poética; en pocas palabras, un proyecto carente del verdadero diseño arquitectónico.

          En nuestro ámbito académico, el único lugar donde se puede lograr la materialización de lo emotivo en un proyecto, es en los talleres de diseño, lugar donde se puede constatar los niveles alcanzados en el campo de la arquitectura emotiva, sin embargo, no es suficiente para que nuestros alumnos adquieran la suficientes experiencia y capacidad para expresar y diseñar lo emotivo. Es por ello se vuelve indispensable revisar los planes de estudio actuales para incorporar a ellos el conocimiento de la poética arquitectónica. Asimismo, promover la participación en concursos de diseño donde generalmente se valora el discurso semántico-arquitectónico y el cual se dirige hacia la materialización de lo emotivo. Esta cultura sería deseable que permaneciera a lo largo de su vida profesional, lo que permitirá a los arquitectos continuar con ejercicios que estimulen su capacidad para la producción de arquitectura emotiva. De igual forma incentivar la participación de nuestros alumnos en cursos donde desarrollen sus capacidades emotivas.

            Ahora bien, la postura que se define a través de este discurso, es el hecho de preparar a nuestros alumnos en el campo de lo emotivo, proporcionarles dichas capacidades desde las materias iniciales en el programa como son, fundamentos teóricos del diseño, donde comprendan cómo lo subjetivo y las percepciones pueden lograr una materialidad en el diseño, materia donde se les puede ejemplificar distintos discurso semántico y cómo se materializan en proyectos a escala, con ello dar inicio a un proceso de aprendizaje hacia la construcción de discursos semánticos que los llevará al desarrollo de poesía materializada en proyectos bidimensionales y tridimensionales. De igual forma, proporcionales capacidades técnico representativas en las materias de lenguaje arquitectónico y geometría, donde se comprende cómo representar lo espacial, no para presentación final de un proyecto, sino para poder pensar un proyecto.  De igual forma lograr las capacidades para materializar en planos y maquetas los discursos semánticos planteados. Materias teóricas como análisis crítico de la arquitectura, donde se propone dejar de lado la descripción estilística de los edificios y nos enfoquemos en las cualidades espaciales y los discursos semánticos que plantearon quienes desarrollaron dichas obras en el pasado. Y todo esto ponerlo en práctica en los talleres de diseño, donde se volvería indispensable trabajar con maquetas de trabajo que nos permitan percibir lo espacial, lo estético y lo emotivo durante el proceso de diseño.

          En sesiones de la academia de arquitectura dentro del Tecnológico Nacional de México (TecNM), campus Instituto Tecnológico de Durango (ITD), se ha manifestado la necesidad de cambio de la retícula, ya que se menciona que dicha retícula de arquitectura, desde el punto de vista de distintos integrantes de la academia, no cumple para lograr una adecuada preparación de nuestros egresados. Sin embargo, estas retículas son sólo la guía que nos lleva a cumplir los objetivos planteados por el TecNM, con esto se desea expresar que podemos lograr cambios significativos en la preparación de nuestros alumnos, sin necesidad de hacer cambios en la retícula actual, que si bien, tiene algunas lagunas, su planteamiento es tratar de lograr un equilibrio entre lo emotivo-espacial y lo técnico-constructivo. Esto lo podemos constatar en los programas actuales de los talleres de diseño en el apartado de la descripción de las características de la asignatura; un ejemplo de ello es Taller de Diseño I, II y IV, donde se sugiere utilizar métodos que propicien la sensibilidad creativa y expresiva y por otra parte en los Taller de Diseño III, V y VI se expresa un enfoque hacia lo técnico-constructivo (TecNM, 2017). Este equilibrio se ve reflejado de igual manera en el desarrollo total de la retícula ARQU-2010-204, una retícula que fue pensada en la Arquitectura como Arte y la cual utiliza lo técnico-constructivo como medio para lograr dicho fin.
           
          En los programas de la carrera de Arquitectura del TecNM, se marcan sugerencias didácticas, pero eso son, sugerencias, las cuales, en el seno de la academia, bien podemos definir nuevas sugerencias que nos lleven a lograr el equilibrio requerido para la preparación de nuestros egresados. Una propuesta inicial, es revisión de la retícula, no para platear un cambio general, sino para revisar su estructura y determinar en qué materias podemos iniciar dichos cambios hacia lo emotivo. De igual forma tenemos que llevar a cabo una preparación de los profesores en este campo, una preparación que les permita desarrollar capacidades para transmitir la enseñanza de lo emotivo, sin olvidar lo técnico-metodológico que es un factor relevante para la materialización de las ideas y la materialización en un proyecto viable. Lo que supondría que, si nuestros alumnos son capaces de materializar lo emotivo, lo mágico, lo poético, en una espacialidad habitable, estética y viable para su ejecución, cuantimás tendrían la capacidad para el desarrollo de un proyecto utilitario y estilístico.

Víctor Manuel Rivera Sánchez
Victoria de Durango, Dgo., a 02 de septiembre del 2022


Referencias bibliográficas
LeCorbusier. (1998). Hacia una Arquitectura. Barcelona: Ediciones Apóstrofe.
Levi-Strauss, C. (2006). El pensamiento salvaje. México, D.F.: FCE.
Arquine. (22 de noviembre de 2017). Arquine. Obtenido de Arquine: https://www.arquine.com/el-discurso-de-luis-barragan/
Hartmann, N. (1977). Estética. México, D.F.: UNAM.
Quiroga, A. (2013). La problemática del espacio y el lugar en la Arquitectura actual. Obtenido de Arquitectura y Humanidades: http://www.architecthum.edu.mx/Architecthumtemp/paisajesarquno/Quiroga.htm
Sánchez-Vázquez, A. (2015). Cuestiones estéticas y artísticas contemporáneas. México: FCE.
Shils, E. (1976). Los intelectuales y el poder. México, DF: Ediciones tres tiempos.
TecNM. (15 de diciembre de 2017). Tecnológico Nacional de México. Obtenido de Sitio web de TecNM: https://www.tecnm.mx/docencia/planes-de-estudio-2009-2010

 

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Víctor Manuel Rivera Sánchez
Profesor de la carrera de Arquitectura en el Instituto Tecnológico de Durango. Colaborador en el www.nodolab.com, espacio inter-multi cultural, donde estudiantes, profesores, investigadores y entidades materiales de diferentes lugares del planeta, se encuentran, se cruzan, sé intersectan, se conectan, generando en esta manera ideas, contenidos y recursos. Coordinador del proyecto máquinas libres (maquinaslibres.org), proyecto que pretende generar tecnología digital libre y gratuita aplicable al diseño.
Correo electrónico: vrivera@itdurango.edu.mx